Consiste en conseguir que de una judía (de las que usan para hacer fabada, por ejemplo), brote una raíz y salgan hojas. Seguramente pensaras, "¡pero Anizeto, si esas judía están secas, que lo he visto yo cuando las compran mis padres en el Mercadona!" Pues sí, amigo detective, tienes razón. Están secas y, precisamente por eso, este experimento es tan sorprendente.
Lo único que necesitáis es una judía, un algodón, un bote de cristal y un poco de agua.
El primer paso consiste en humedecer el algodón con el agua (atención, no es necesario utilizar un litro de agua, con que el algodón esté un poco mojado es suficiente). Una vez hecho, colocad la judía encima y ligeramente cubierta con el algodón. Ahora, metedlo en el bote de cristal y esperad.
Aseguraos de que el algodón no se quede nunca seco del todo, y si lo hacéis bien, en unos días veréis cómo de lo que era una judía seca empieza a brotar una raíz verde magnífica. Luego, si queréis, podéis plantar la judía en una maceta y tendréis una planta de judías en vuestra propia casa.
Este experimento también se puede hacer con garbanzos, lentejas... o una cebolla, por ejemplo, si le pincháis unos palillos a los lados e introducís una de las partes en un vaso con agua.