Hoy os voy a enseñar un experimento que aprendí en una página web americana un día que estaba navegando por Internet. El experimento consiste en fabricar
plastilina casera. Sí, sí, con vuestras propias manos (y la ayuda de un adulto, claro). Además, la receta está chupada así, que vamos con ella.
Lo primero que vais a necesitar es
crémor tártaro, un polvo blanco que se usa en las pastelerías para hacer merengue (por cierto, mi abuela me enseñó de pequeño a hacer
"Fantasmas de merengue", y están de miedo, ja, ja...). Aunque eso de
crémor tártaro os suene raro, no os preocupéis porque en mi libro "El Misterioso Caso de los Fantamas Solitarios" he incluido un sobrecito para que hagáis la
plastilina.
Aquí va la receta:
1) Mezclad en un cazo un puñado de harina, un poco de sal y el
crémor tártaro.
2) Añadid agua, colorante alimentario (elegid el color que queráis que tenga la
plastilina) y un poco de aceite.
3) Removedlo todo bien para que no queden grumos.
4) Pedidle a un adulto que ponga el cazo en el fuego y lo deje a fuego lento entre 3 y 5 minutos. Mientras id removiendo la parte de abajo para que no se pegue y poco a poco iréis viendo que se la masa se pone dura y se forma una bola en el centro.
5) Cuando no esté pegajosa y tenga el aspecto de la
plastilina, apagad el fuego y dejadla enfriar.
6) Echad un poco de harina en la mesa de la cocina o en una bandeja y rebozad un poco la
plastilina, aplastándola y dándole bien la forma.
7) ¡Ya tenéis vuestra propia
plastilina! Cuando no la vayáis a usar, guardadla en una bolsa dentro de la nevera.